miércoles, 14 de diciembre de 2016

El discurso de los padres influye en la actuación de los hijos




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      La primera formación la reciben los hijos en el hogar y luego continua en la escuela. Educar es una labor que requiere mucho amor, tolerancia, dedicación y aplicación de técnicas apropiadas para obtener buenos resultados. Durante este proceso la comunicación juega un rol importante, el modo y la forma de dirigirse a niños podría incidir en su reacción. En ese sentido, Julio Benvione aborda esta temática en su artículo “aprender con los hijos” explica que cuando los padres se comunican en positivo, los hijos tienden a prestar más atención y ponerse menos a la defensiva. Mientras, cuando se les habla en negativo provoca miedo y los infantes se niegan a obedecer. Sostiene que hablarles en primera persona y de forma respetuosa hará que no se aíslen y no sientan culpa al momento de recibir una reclamación por parte de los padres.
     Plantea Benvione en su artículo, formas idóneas de disciplinar siguiendo las perspectivas de enfoques educativos que son herramientas empleadas con efectividad en la formación educativa. En ese orden, según el enfoque funcional y comunicativo, la lengua se debe trabajar a partir de realidades y una buena oportunidad para fortalecer la oralidad es cuando el niño atraviesa por momentos emotivos no usuales. Estos son propicios para hacerle entender lo ocurrido y que el infante exprese lo que siente, piensa y las posibles soluciones que vislumbra desde su perspectiva. De igual modo, cuando se niega a obedecer, es el mejor momento para entablar un diálogo donde explique las razones de la negación, esto le permitirá fortalecer su responsabilidad, su capacidad para tomar decisiones y aprender a escucha, según propone el enfoque por competencia
     Por otro lado, se violan los derechos del infante cuando se le responsabiliza de nuestros enojos y nos dirigimos en negativo, según el enfoque educativo para Naciones Unidas.  Este sostiene que los niños deben ser tratados con dignidad y respeto y al levantarle la voz le maltratamos.  Asimismo, el enfoque humanista plantea que la persona debe ser formada en un clima positivo para el fomento del desarrollo y la autonomía a través del diálogo y esto no cumple al imponerle un punto de vista sin escuchar el suyo.
     En fin, los paradigmas del pasado deben ignorarse para aprender con los hijos. Esto se conseguirá comunicándose en positivo, cerrando la brecha generacional que impide la buena relación entre padres e hijos. Fomentar la disciplina sobre el amor para fortalecer la autoestima y la inteligencia emocional, así pues, los hijos no repetirán patrones violentos y se formarán ciudadanos menos agresivos, honestos, conciliadores y conscientes del verdadero valor de lo que tiene a su alrededor.

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