
La primera
formación la reciben los hijos en el hogar y luego continua en la escuela.
Educar es una labor que requiere mucho amor, tolerancia, dedicación y aplicación
de técnicas apropiadas para obtener buenos resultados. Durante este proceso la
comunicación juega un rol importante, el modo y la forma de dirigirse a niños
podría incidir en su reacción. En ese sentido, Julio Benvione aborda esta
temática en su artículo “aprender con los hijos” explica que cuando los padres
se comunican en positivo, los hijos tienden a prestar más atención y ponerse
menos a la defensiva. Mientras, cuando se les habla en negativo provoca miedo y
los infantes se niegan a obedecer. Sostiene que hablarles en primera persona y
de forma respetuosa hará que no se aíslen y no sientan culpa al momento de
recibir una reclamación por parte de los padres.
Plantea
Benvione en su artículo, formas idóneas de disciplinar siguiendo las
perspectivas de enfoques educativos que son herramientas empleadas con
efectividad en la formación educativa. En ese orden, según el enfoque funcional
y comunicativo, la lengua se debe trabajar a partir de realidades y una buena
oportunidad para fortalecer la oralidad es cuando el niño atraviesa por
momentos emotivos no usuales. Estos son propicios para hacerle entender lo
ocurrido y que el infante exprese lo que siente, piensa y las posibles
soluciones que vislumbra desde su perspectiva. De igual modo, cuando se niega a
obedecer, es el mejor momento para entablar un diálogo donde explique las
razones de la negación, esto le permitirá fortalecer su responsabilidad, su
capacidad para tomar decisiones y aprender a escucha, según propone el enfoque
por competencia
Por otro lado,
se violan los derechos del infante cuando se le responsabiliza de nuestros
enojos y nos dirigimos en negativo, según el enfoque educativo para Naciones
Unidas. Este sostiene que los niños deben
ser tratados con dignidad y respeto y al levantarle la voz le maltratamos. Asimismo, el enfoque humanista plantea que la
persona debe ser formada en un clima positivo para el fomento del desarrollo y
la autonomía a través del diálogo y esto no cumple al imponerle un punto de
vista sin escuchar el suyo.
En fin, los
paradigmas del pasado deben ignorarse para aprender con los hijos. Esto se
conseguirá comunicándose en positivo, cerrando la brecha generacional que
impide la buena relación entre padres e hijos. Fomentar la disciplina sobre el
amor para fortalecer la autoestima y la inteligencia emocional, así pues, los
hijos no repetirán patrones violentos y se formarán ciudadanos menos agresivos,
honestos, conciliadores y conscientes del verdadero valor de lo que tiene a su
alrededor.
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