El
hombre al ser creado se le dio libertad de poblar cualquier contexto terrenal. No obstante, su curiosidad, la ambición propia de muchos seres
humanos y el deseo de progreso le ha motivado para cambiar todo cuanto le
rodea. Convirtiendo algunos lugares en inhóspitos para la vida humana, siendo
el campo, casi el único lugar apto para habitar con las condiciones apropiadas
para la salud y así demorar las dolencias propias de cierta edad.
En ese sentido, vivir rodeado por la
naturaleza permite que la persona se relaje, que baje el nivel de estrés que le
somete la cotidianidad de la ciudad. Respirar libre de contaminación, sentir la
frescura que produce la lluvia al caer en el entorno. Percibir esa hermosa
sensación de estar contigo mismo por la paz que te transmite el lugar.
Olvidarte de las presiones que ocasionan actividades necesarias para el que
vive en una urbe, como acudir al supermercado, estar pendiente de la vestimenta
que usarás en tal o cual ocasión, pagar los servicios que te ofrece el progreso
para hacer tu vida más agradable, que son necesarios, pero que no evitan incidir
a largo plazo en las consecuencias físicas y psicológicas que acarrearía en
algunas personas.
La flora es un elemento que favorece a quienes
habitan estos lugares, puesto que aparte de embellecer el entorno, con su gama
de difuminados colores contribuyen a purificar el entorno. La fauna de igual modo, con su variedad de
especies que se reproducen en la zona es importante en la relajación espiritual,
con su heterogeneidad melódica que suelen producir a ciertas horas del día.
La
proliferación de bosques favorece que ocurran frecuentes lluvias, higienizando
el medio de posibles virosis y bacterias que pudieran generarse. Limpiar el
entorno para que se respire un aire limpio y puro; con esto se evita que
personas con algún padecimiento respiratorio puedan tener crisis causadas por
la contaminación del medio. Los neumólogos sugieren que quienes tienen este
padecimiento deben vivir en lugares frescos y sin contaminación.
Por otro lado, según la Organización Mundial
de la Salud (OMS) la exposición al ruido provoca alteraciones del sueño,
aumenta la presión arterial y puede conducir enfermedades del corazón,
considerándose un peligro para la salud pública,” precisó el procurador de
Medio Ambiente. Sostiene que, si el ruido ocasionado en zonas urbanas supera
los 60 decibelios, las personas tienen un 4 % más de probabilidades de morir
que la gente que vive en zonas más tranquilas. Como la contaminación auditiva
casi no existe en zonas rurales difícilmente padecerán de enfermedades
auditivas propias de personas de la ciudad.
La economía es otro elemento beneficioso para
quienes han decidido radicarse en el campo, puesto que los productos que forman
la canasta familiar se podrían adquirir a menor costo. Esto así, porque al no
existir intermediarios el valor de los productos no se incrementan. Asimismo,
la calidad de dichos productos se elevará, porque probablemente al ser pequeños
productores no emplearán en la siembra pesticidas que deterioren no solo la
calidad del producto, sino también la salud del consumidor.
Finalmente, aunque establecerse en la
ciudad resulta placentero, alegre y hasta práctico porque se tiene todo lo
necesario sin mucho esfuerzo. Nada compensa la tranquilidad, pureza que se
percibe al vivir en una zona campestre. La salud física, emocional, así como la
belleza que se percibe al contemplar el entorno, la paz que ofrece el lugar,
permite que la persona se convierta en empresario de su salud y que abarate el
costo de las inversiones en enfermedades provocadas por los daños del medio
ambiente.
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